Un grupo de expertos lanza un plan de choque para España que busca que la fiscalidad ayude a luchar contra el cambio climático.

Es una de las grandes reformas pendientes. Economistas, ecologistas, partidos y organismos internacionales –como el Fondo Monetario Internacional (FMI), la OCDE o la Comisión Europea– coinciden en que es una herramienta imprescindible ante la crisis medioambiental. “Pero llevamos 20 años diciendo que se necesita una reforma fiscal verde”, apunta Xavier Labandeira, director de Economics for Energy y especialista en fiscalidad ambiental. Y nunca llega. En este tiempo los tributos que se han puesto en marcha bajo la etiqueta medioambiental han sido impuestos “imperfectos que no definen ni se vinculan de manera directa a las externalidades ambientales negativas, que no tienen el alcance espacial adecuado, o que no lanzan las señales correctoras necesarias”, señala el informe Impuestos energético-ambientales en España que Labandeira ha coordinado para la Fundación Alternativas.

En 2017, España logró recaudar 21.382 millones de euros en concepto de impuestos medioambientales, según el INE. En porcentaje sobre el PIB esta cifra supone un 1,83%, lo que sitúa a España por debajo de la media de la Unión Europea (2,4%). Dentro de la UE hay disparidad pero, según Luis del Amo, secretario técnico del Registro de Economistas Asesores Fiscales del Consejo General de Economistas, “lo que sorprende más aún es que este porcentaje disminuye en todo el mundo entre 2000 y 2017; es algo que preocupa”. La presión fiscal de estos impuestos se redujo dos décimas en promedio en la OCDE entre 2000 y 2016 (del 1,8% al 1,6%), y pasó del 2,5% al 2,4% en la UE entre 2002 y 2017. Labandeira apunta a un desgaste de la capacidad de recaudar de estos tributos. Pero rechaza que el debate deba centrarse solo en ese aspecto. Porque esos impuestos deben ser “un instrumento complementario para la transición” hacia economías bajas en emisiones.

El estudio para la Fundación Alternativas se centra en tres propuestas para España en el ámbito energético, el sector que acumula el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Transporte por carretera. Como medida inmediata, el informe propone equiparar los tipos impositivos de gasolina y diésel, algo que recomiendan desde hace años los organismos internacionales. “No tiene ningún sentido que se mantenga esa discriminación hoy en día”, sostiene Labandeira. El informe apunta a que esta medida –que el Gobierno de Pedro Sánchez contempló introducir– generaría más de 2.600 millones adicionales de recaudación y una reducción del 1,6% en el consumo agregado de gasolina y diésel y de las emisiones de CO2 asociadas. “La equiparación se hizo para favorecer un carburante dedicado al transporte, y lo lógico es que ahora cambie”, coincide Eduardo Espejo, socio de Fide asesores. El informe va un paso más allá y propone un incremento gradual de los tipos impositivos sobre los carburantes hasta igualarlos con la media de países europeos como Alemania, Francia, Italia y Reino Unido. Según Labandeira, esto supondría unos ingresos extra de 10.000 millones y una reducción de un 6% del consumo de carburantes y emisiones de CO2. “Pero subir impuestos de este tipo no es sencillo”, admite José María Durán, docente especializado en tributos de la Universidad de Barcelona, que añade: “Es un tema sensible, como se ha visto con los chalecos amarillos en Francia”.

Transporte aéreo. “Las externalidades de transporte aéreo no están incluidas en el precio de los billetes de avión”, apunta el informe de Labandeira. Solo los vuelos domésticos dentro de la UE están sujetos al mercado de derechos de emisiones, que obliga a pagar por el CO2 emitido. “Además, el transporte aéreo goza de un régimen fiscal único caracterizado por un bajo nivel de imposición”, añade. Labandeira y su equipo proponen un impuesto sobre los billetes similar al que tienen en marcha países como Alemania. Si se aplicara un tributo similar al alemán en España —que oscila entre los 7,5 y los 42 euros en función de la distancia recorrida— se reduciría un 5% el número de pasajeros y las emisiones de CO2 asociadas; y se generaría una recaudación de más de 1.300 millones.

Pero la medida tendría impactos en una economía como la española, con gran peso del turismo. Durán advierte de que la imposición de gravámenes sería efectiva solo si la tasa se adopta de manera colegial a escala internacional. En ese sentido, el informe de Labandeira recuerda que el debate sobre ese impuesto está ahora en el seno de la UE. Durán señala también que con esta tasa los más perjudicados serían los consumidores con menor poder adquisitivo. Para intentar salvar este problema, el informe de Fundación Alternativas plantea la necesidad de medidas compensatorias, como “que el nivel del impuesto se incremente por cada vuelo adicional que cada persona realice dentro de cada año o la devolución personalizada por debajo de cierto nivel de renta y con un límite anual de vuelos”.

Suelo fiscal de carbono. España, como el resto de la UE, está dentro del sistema de comercio de emisiones de CO2. Este mercado obliga a unas 11.000 grandes instalaciones a pagar por cada tonelada de dióxido de carbono que expulsan. El precio está ahora en 25 euros, algo que está contribuyendo al cierre de centrales de carbón. Pero, durante muchos años, ha estado por debajo de los 10 euros, con lo que no resultaba efectivo. Para evitar estas fluctuaciones, el informe propone fijar un suelo fiscal de carbono de 30 euros, que impediría que el precio bajara de ese nivel. Para 2030, subiría a los 40 euros. Este suelo lo implantó Reino Unido y ha logrado desengancharse del carbón; y países como Holanda o Francia han propuesto que se adopte en toda la UE. Durán defiende la medida. “Sería relevante tanto en sentido medioambiental como económico”, valora, “pero hay que tener en cuenta que no todos los sectores están en ese sistema, que entonces es válido solo si se combina con otras medidas, como los impuestos”.

Más de 290 organizaciones, entre las que se incluyen algunos de los mayores generadores de plásticos del planeta, gobiernos y ONG’s han firmado en Bali un compromiso mundial sin precedentes para erradicar la contaminación por plásticos.

Los investigadores estiman que se han producido más de 8,3 mil millones de toneladas de plástico desde principios de los años cincuenta, cuando el plástico parecía un material que nos salvaría del mundano planeta en el vivíamos hasta el momento. Alrededor de 60% de ese plástico ha terminado en vertederos o directamente en el medio natural. Más de 99% de los plásticos se producen a partir de productos químicos derivados del petróleo, el gas natural y el carbón, todos los cuales son recursos no renovables. De modo que, si continúan las tendencias actuales, para 2050 la industria del plástico podría requerir 20% del consumo total de petróleo del mundo. Y por si fuera poco, en los últimos años la situación se ha agravado: la mitad del plástico generado por la Humanidad se ha producido en los últimos 18 años.

Y lo que no se había conseguido hasta el momento, un acuerdo real contra el uso del plástico y a favor del reciclaje, lo ha logrado la Fundación Ellen MacArthur, en colaboración con ONU Medio Ambiente: el Compromiso Global por la Nueva Economía de los Plásticos. Se acaba de firmar en la Conferencia Nuestro Océano en Bali, Indonesia, y entre los firmantes se encuentran muchas empresas internacionales como Unilever, Danone, el Grupo H&M, L’Oréal, PepsiCo y The Coca Cola Company, entre otras.
La mitad del plástico generado por la Humanidad se ha producido en los últimos 18 años. Según ha informado la propia Organización de las Naciones Unidas en un comunicado, la iniciativa tiene como objetivo crear “una nueva normalidad” para la producción y gestión de envases de plástico. Igualmente, según han especificado, “sus metas se revisarán cada 18 meses y serán cada vez más ambiciosas en los próximos años”. De hecho, las empresas que han firmado el acuerdo, publicarán cada año datos sobre su progreso para ayudar a aumentar el impulso global por una adecuada gestión del plástico y garantizar la transparencia del mismo.

Objetivos del acuerdo

  • Eliminar los envases plásticos problemáticos o innecesarios y sustituirlos por otros reutilizables.
  • Innovar para garantizar que 100% de los embalajes de plástico se pueda reutilizar, reciclar o compostar de forma fácil y segura para el año 2025.
  • Aumentar significativamente las cantidades de plásticos reutilizados y convertidos en nuevos envases para recuperar el plástico que ya se ha producido.

El papel esencial de ONU Medio Ambiente

La Organización de las Naciones Unidas es, sin duda, una de las organizaciones con mayor poder de convocatoria. De ahí que se hayan comprometido a usar dicho poder para atraer a más gobiernos y otros actores clave a este Compromiso Global por la Nueva Economía de los Plásticos. Así, cada vez más gobiernos firmarían este acuerdo que les compromete a establecer políticas y condiciones propicias para respaldar los objetivos y la visión de la iniciativa

En palabras de Erik Solheim, Director Ejecutivo de ONU Medio Ambiente, emitidas en un comunicado de prensa, “la basura marina es uno de los ejemplos más visibles e inquietantes de la crisis de la contaminación por plásticos que enfrentamos. El Compromiso Global por la Nueva Economía de los Plásticos es el paquete de objetivos más ambicioso que hemos visto hasta ahora en la lucha para vencer la contaminación por plásticos. Instamos a todos aquellos que trabajan contra este problema global a que lo firmen”.

Por su parte la fundadora de la Fundación Ellen MacArthur, Dame Ellen MacArthur, ha explicado que “sabemos que sacar los plásticos de nuestras playas y océanos es vital, pero esto no impide que una marea de plásticos siga llegando cada año a los océanos. Necesitamos frenar la contaminación desde su fuente. El Compromiso Global por la Nueva Economía de los Plásticos traza el camino para que las empresas, los gobiernos y otros en todo el mundo avancen unidos a favor de una economía circular para el plástico. Este es solo un paso en lo que será una travesía difícil pero capaz de generar enormes beneficios para la sociedad, la economía y el medio ambiente”.

Respaldo de WWF a la lucha contra el plástico

El compromiso ha sido respaldado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), el Foro Económico Mundial, el Foro de Bienes de Consumo (una organización que representa a 400 minoristas y fabricantes de 70 países) y 40 universidades, instituciones y académicos. Por si fuera poco, cinco fondos de capital de riesgo han prometido invertir comprometieron más de US$ 200 millones a favor de una economía circular para el plástico.

“La crisis de los plásticos solo se puede resolver con los esfuerzos combinados de todos los actores clave del sistema. La estrategia de plásticos de WWF consiste en promover, ampliar y acelerar un conjunto conectado de iniciativas a favor del cambio. Estamos trabajando estrechamente con otras organizaciones clave, como la Fundación Ellen MacArthur, para transmitir un mensaje conjunto sobre nuestros ambiciosos compromisos y para desarrollar las herramientas necesarias de cara a lograrlo en alianza con empresas, sociedad civil, gobiernos y ciudadanos. WWF respalda este Compromiso Global, un paso importante para unir los esfuerzos de las empresas y los gobiernos de todo el mundo“, explicó Pavan Sukhdev , presidente de WWF Internacional.

Es decir, un compromiso con objetivos complicados pero factibles que la sociedad espera no se quede en papel mojado.

Los corales son una importante herramienta para el #desarrollo. Un nuevo estudio revela que invertir en la salud del arrecife de Mesoamérica podría generar US$ 34.600 millones en ganancias adicionales para 2030.
Lee reporte que analiza escenarios económicos: bit.ly/2Pe6TAi#MaresLimpios.

  • Invertir en los arrecifes de coral para prevenir su actual tasa de disminución podría generar ingresos de US$ 37.000 millones en el Triángulo de Coral y US$ 35.000 millones en Mesoamérica para 2030.
  • El mundo está en camino de perder hasta 90% de sus arrecifes de coral en los próximos 30 años.
  • Se necesita urgentemente inversión del sector privado para cerrar las brechas de financiamiento en uno de los ecosistemas vitales del mundo.

Nuevos hallazgos ofrecen datos convincentes a favor de la inversión en la protección de los arrecifes de coral, un ecosistema clave para el planeta que puede generar nuevos beneficios económicos de miles de millones de dólares en poco más de una década.

El estudio La Economía de los Arrecifes de Coral, se centra en dos de las principales áreas de arrecifes de coral del mundo, el Triángulo de Coral y el Arrecife Mesoamericano, y comparó los resultados económicos estimados de dos escenarios hasta 2030: uno es un escenario de arrecife saludable, en el que se restauran los arrecifes a través de una mayor inversión en protección y preservación; y el otro es un escenario de arrecife degradado, en el que la salud de los arrecifes continúa disminuyendo desde los niveles actuales.

El contraste es marcado: el escenario en el que mejora la salud de los arrecifes de coral podría desbloquear US$ 37.000 millones adicionales (US$ 2.600 millones por año) en Indonesia y US$ 35.000 millones (US$ 2.500 millones por año) en Mesoamérica, en tres sectores clave dependientes de los arrecifes: el turismo, la pesca comercial y el desarrollo costero.

Jerker Tamelander, jefe de la unidad de arrecifes de coral de ONU Medio Ambiente, dijo: “Invertir en arrecifes de coral nos ofrece un gran premio, no solo por el valor económico de estos ecosistemas sino también por su importancia para la vida marina y las poblaciones costeras que dependen de ellos”.

Los arrecifes de coral son excepcionalmente valiosos; proporcionan alimentación, medios de vida y oportunidades económicas a más de 500 millones de personas en más de 100 países, así como protección costera frente al aumento de los fenómenos meteorológicos extremos. También están llenos de vida: albergan una cuarta parte de todas las especies marinas conocidas.

Sin embargo, estos ecosistemas vitales se están degradando rápidamente como resultado del aumento de las temperaturas del mar, la pesca excesiva, la pesca destructiva, la acidificación de los océanos y una amplia gama de actividades terrestres. El mundo ya ha perdido al menos una quinta parte de los arrecifes de coral del mundo, y enfrenta la amenaza real de perder hasta el 90% de todos sus arrecifes de coral en los próximos 30 años.

“El cambio climático es una fuente de incertidumbre y riesgo significativos. Al reconocer los potenciales retornos financieros de los arrecifes, podemos impulsar las medidas necesarias para limitar el cambio climático y evitar la pérdida de este ecosistema a escala mundial”, agregó Tamelander.

Los hallazgos del informe muestran que, si los arrecifes de coral continúan reduciéndose en línea con las tendencias históricas, su valor anual para sectores clave podría caer en US$ 3.100 millones en Mesoamérica y US$ 2.200 millones en Indonesia, hasta el 2030, en comparación con los ingresos actuales. Dichas pérdidas podrían ser aun mayores para las comunidades locales, por la pérdida de medios de vida y de ingresos tributarios.

En el escenario de arrecifes saludables, se espera que la cobertura de coral vivo (identificada como un indicador clave de la salud de los arrecifes de coral) aumente 14,1% en Mesoamérica y 36,4% en el Triángulo de Coral para 2030. En el escenario de arrecife degradado, la cobertura de coral vivo se espera que disminuya de un promedio de 3,7% en 2017 a 1,6% en 2030 en Mesoamérica, y de 16,6 % a 11% en el Triángulo de Coral.

La protección y la gestión de los ecosistemas de arrecifes de coral son financiadas principalmente por el sector público, pero se reconoce ampliamente que, en los niveles actuales, esto es insuficiente para mantener la salud de los arrecifes y cumplir con los objetivos adoptados internacionalmente.

Existe una variedad de políticas e intervenciones disponibles para los gobiernos y el sector privado que podrían generar beneficios financieros netos y un rendimiento positivo de la inversión para los actores interesados. Las intervenciones modeladas en el informe podrían implementarse en cada región para ayudar a aliviar los factores estresantes de los arrecifes de coral en el corto y mediano plazo, como la pesca excesiva, la erosión y el manejo inadecuado de las aguas residuales. Por ejemplo, el retorno potencial de la inversión en la expansión de áreas marinas protegidas sin captura en Mesoamérica fue de 44:1, y en el caso de una mejor gestión de la erosión en tierras agrícolas en Indonesia fue de 9:1.

El informe representa solo una parte de los retornos económicos más amplios que pueden generarse en otros sectores vinculados más indirectamente a los arrecifes de coral, y los beneficios sociales y ambientales de la restauración de ecosistemas de arrecifes de coral, como la conservación de la biodiversidad y los valores del patrimonio cultural.

Triángulo de Coral

El Triángulo de Coral es una de las regiones de arrecifes de coral de mayor biodiversidad y importancia ecológica del mundo, con un 76% de todas las especies de coral conocidas y un 37% de todas las especies de peces de arrecife (WWF, 2017). El Triángulo de Coral abarca seis países (Indonesia, Filipinas, Malasia, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón y Timor Oriental), con el área más grande dentro de aguas territoriales indonesias.

Los rendimientos económicos totales del Triángulo de Coral entre 2017 y 2030 bajo el escenario saludable se estiman en US$ 225.000 millones a 2030 o US$ 16.100 millones anuales (valores actuales, precios de 2017). Esto se compara con US$ 188.000 millones a 2030 o US$ 13.500 millones por año en el escenario degradado, lo que representa un beneficio neto de arrecifes saludables de US$ 36.700 millones para 2030 o US$ 2.600 millones por año.

Arrecife Mesoamericano

El arrecife mesoamericano es la segunda barrera de coral más larga del mundo, después de la Gran Barrera de Coral en Australia, y abarca las costas caribeñas de Belice, Guatemala, Honduras y la provincia de Yucatán, en México.

Los retornos económicos totales del arrecife mesoamericano entre 2017 y 2030 bajo el escenario saludable se estiman en US$ 108.000 millones a 2030 o US$ 7.700 millones anuales (valores actuales, precios de 2017). Esto se compara con US$ 73.000 millones a 2030 o US$ 5.200 millones por año en el escenario degradado, lo que representa un beneficio neto de arrecifes saludables de US$ 34.600 millones para 2030 o US$ 2.500 millones por año.